jueves, 25 de octubre de 2007

Edén

Son ellas mismas
las fuerzas que luchan por mantenerme vivo
las que vigilan celosamente aquella puerta,
(de día mas que de noche)

Pero acaso por incuria
o tal vez por morbosa curiosidad,
descuidan de cuando en vez,
el solemne pórtico
y basta esa efímera dilación
para dar lugar a la tragedia:

Se cuela su esencia toda
como el perfume de mil jazmines
fermentada de encierro
se abre paso hasta mí
como una monstruosa hiedra
y me embriaga

Pretérita plenitud
tóxica remembranza
aquella piel
aquella imperfecta criatura
cuya alma oscilaba sin paz
entre la más acabada idea de la hermosura
y las raíces mas negras
de los más negros jardines

Mar negra
bebo de sus muertos
(que son los míos)
bebo de mi yo más celeste
y vomito arena
infértil
infecta.

Guloso náufrago
Bebiendo la mar de sus desdichas
Llena su garganta de versos podridos
reseca las tintas de toda poesía

Desespera al borde del abismo
balbucea un grito de auxilio
dejan los centinelas su letargo
Truena el gran pórtico
solo queda ecos
solo queda noches
solo
queda
solo.

domingo, 21 de octubre de 2007


...
escuche
la
pared.





jueves, 4 de octubre de 2007

El ciclo de la Sangre

Sangro una y otra vez, sangro y no dejo de sangrar. Miles de suelos y subsuelos, efímeros fondos que se quiebran dando lugar a otros infinitamente como espejos enfrentados.
La herida me atravieza desde la sien hasta lo mas hondo del estómago llegando hasta la ingle, allí se detiene, la sangre toda chorrea sobre mi sexo, sobre la palma de mis manos, sobre mis dedos y pies. Me voy drenando y me siento morir, lentamente, ante los ojos a veces indiferentes de un mundo al que no culpo no saber entender.
Mi corazón no deja de latir acrecentando la fuga sanguínea y el frío va ganando mi interior. Me vacío. Mi casa en cambio se llena de mí, de mí y de esa sangre y la contiene, se deja inundar de ella, y yo me inundo también. De a poco el calor deja mi cuerpo desnudo mientras el cause toma volúmen y alcanza mi pecho. Cuánta sangre, que desastre, comienzo un período de lenta agonía, mi mente divaga en cuestionamientos y reproches, por qué yo, por qué no ser como los demás, como aquellos vecinos de casas cuyas paredes gozan de una pulcritud impoluta, de un apacible blanco perenne, intachable, nunca podre ser como ellos y eso me pesa a veces tanto, mis paredes nunca estarán limpias, siempre esas manchas, siempre la sangre. Ésa que ahora llega tibia hasta mi cuello frío, cerrado, hecho un nudo.

Miro al techo, cierro los ojos y pretendo que todo aquello es una fantasía, que al abrirlos estaré lleno otra vez y veré mis paredes tan blancas como las de aquellas personas, tomo aire desesperado, quizá sean las ultimas bocanadas que tome jamáz, entonces toca mis labios, se cuela hasta mi lengua. La pruebo, sabe agrio, abro los ojos, allí está esa espantosa marea roja que viene por mí, desde mí, desde mis entrañas, para ahogarme.
El estómago se me contrae, quisiera llorar un huracán que volára todo de aquí y me devolviera la calma, y al fin estar en paz. morir por siempre. Pero la vida sigue aquí, aprisionandome dentro de mi herido y desnudo cuerpo, tapandome ya por completo, por arriba de mi cabeza, estoy hundido.
Caigo rendido al lecho de este denso lago. La ultima gota de sangre deja mi cuerpo y entonces me sumo en el vacío mas absoluto que haya existido. Pero esto me vuelve extremadamente liviano y es allí donde comienza el milagro, empiezo a flotar, con los restos de energía doy algunas torpes brazadas y me elevo en este rojo río que ya ha copado el techo de la casa, nado cada vez con mas fuerza y subo o creo subir, el denso líquido no me permite ver donde voy, es un todo negro para mis ojos. De pronto el negro se vuelve rojizo, sigo un halo de luz que llega tímido hasta mis ojos, casi no me queda aire, doy las últimas brazadas, el rojo se torna mas y mas intenso, la fuente de luz esta cerca, entonces golpeo fuertemente contra algo, siento el dolor en mi frente, no tengo mas aire y empiezo a tragar sangre, me desespero por abrir lo que fuera que aquella fuente de luz sea, la golpeo una y otra vez con mis puños, pero ya es muy tarde, me ahogo, me hundo, cierro los ojos, estoy muriendo, una espantosa paz me invade, silencio, solo un sonido, un vidrio que se resquebraja, cada vez mas fuerte, un estallido.
La corriente me tira hacia arriba nuevamente, un hueco me succiona, salgo expulsado con violencia a través de lo que supo ser la claraboya del techo, mis pulmones expulsan la sangre y toman una bruta bocanada de delicioso aire, estoy cayendo, nose adonde me dirijo. Un golpe, el suelo otra vez, aún estoy en mi casa, en un cuarto en el que nunca había estado. Desde el piso veo el chorro de sangre cayendo como una cascada, mi corazon empieza a latir otra vez, de manera extraña, parece bombear la sangre de afuera hacia adentro, la succiona, y magicamente toda esa cascada de sangre cambia su curso y se dirije directo a mi pecho, entra con fuerza, me llena impetuosamente, el corazon golpea cada vez mas fuerte, y las toneladas de sangre entran de a litros en mi cuerpo otra vez, me siento revivir, el aire aquí es tan nuevo, tan sabroso, todo se ve tan limpio, yo renazco hasta la última gota, la herida cierra dejando una mínima cicatriz. El ciclo comienza otra vez.